lunes, 23 de enero de 2012

Exigencias motoras y estructura en el AMSTAFF y APBT...


 

EXIGENCIAS MOTORAS

Las cualidades físicas que tiene un perro para cumplir determinada función, se pueden considerar dentro de dos áreas que se necesitan mutuamente:

  • Características coordinativas (movilidad, coordinación motora, equilibrio, agilidad, etc.), derivan de procesos de regulación y control neuroendocrinos y vegetativos. El animal perfecciona los movimientos y reduce las acciones superfluas aprendiendo a combinar movimientos simples y convertirlos en complejos y adquiriendo fluidez y eficacia, lo que le permite consumos de energía menores, más rapidez, más resistencia, más agilidad, etc.

  • Características condicionales (velocidad, resistencia, fuerza), derivan sobre todo de procesos energéticos y de la constitución física total del perro.


Las cualidades condicionales representan la base material para las coordinativas, pero cada una depende de la otra.

Pero también las características condicionales constituyen un entramado muy diversificado que interactúa entre sí. La identidad y el predominio o el equilibrio de las fibras musculares, lentas, rápidas e intermedias, la capacidad de utilizar el oxígeno o del aprovechamiento de los procesos energéticos… y muchos otros factores se complementan entre sí y el fallo de cualquiera de ellos repercute en el rendimiento general, pero existe una base desde la cual se soportan todas esas cualidades.


Estructura física del perro. Análisis estructural

Los huesos, cartílagos, ligamentos y articulaciones forman el soporte estructural del cuerpo. Los músculos tienen sus fijaciones en los huesos, estos protegen también los tejidos corporales y determinadas zonas, pero tienen más funciones: actúan como reservas de fósforo y calcio e intervienen en la producción de los glóbulos rojos. Desde que comienza el desarrollo fetal y hasta los tres años de edad las membranas y los cartílagos se convierten en huesos por medio del desarrollo de la osificación.

La osificación, mediante la cual el cartílago se transforma paulatinamente en hueso, empieza en la epífisis. Se inicia cuando el pericondrio es penetrado por los vasos sanguíneos. El cartílago continúa creciendo en longitud y espesor desde el centro primario de osificación hasta la epífisis. Desde el momento del nacimiento los huesos largos tienen una diáfisis ósea y dos epífisis cartilaginosas. Poco después del nacimiento aparecen centros de osificación secundaria en la epífisis, paulatinamente las epífisis empiezan a osificarse. Estos cartílagos de conjunción permiten que los huesos se alarguen conforme se crece. El perro, en las razas medianas, termina el crecimiento en longitud aproximadamente a los diez meses. El ejercicio, junto con la dieta correcta, es básico para conseguir un crecimiento óseo adecuado. Aunque tiene poca o ninguna influencia sobre el alargamiento, incrementa la anchura y densidad del hueso, depositando más minerales en la matriz ósea, lo cual tiene una gran influencia en el fortalecimiento del sistema óseo.

El organismo del perro se sustenta sobre una base prácticamente rígida formada por el esqueleto. El esqueleto proporciona la estructura básica sobre la que actúan los músculos. El sistema óseo se articula entre sí mediante los ligamentos y a los músculos mediante los tendones. Son ellos los que forman las articulaciones, que son el medio por el que los huesos se conectan.


El armazón óseo se sostiene erguido gracias a los músculos. Son los músculos los que mantienen la postura y los que movilizan al cuerpo. Si no hubiera músculos, el esqueleto, a pesar de su aparente rigidez, se desmoronaría. Los músculos son los elementos dinámicos por excelencia.

Los ligamentos y los tendones están influidos fuertemente por el ejercicio. Aunque en el perro es muy difícil, por no decir imposible, hacer ejercicios de estiramiento, el entrenamiento adecuado puede ampliar los movimientos, por ejemplo:

ampliar la zancada del animal en el trote. La amplitud del trote se debe en gran medida a la mejor utilización de las articulaciones, que como ya dijimos, está formada por ligamentos y tendones que mejoran gracias al aprendizaje motor.

El esqueleto, formado obviamente por huesos y articulaciones, no es un armazón muerto a la manera de las columnas y vigas de un edificio. Los huesos participan en el metabolismo del cuerpo ayudando a fabricar los glóbulos rojos, almacenar una serie de minerales, especialmente calcio y fósforo indispensables para que se pueda efectuar la contracción muscular, guardar grasas de reserva en la médula amarilla, consistente principalmente en adipocitos. Los huesos están compuestos por una parte blanda y flexible, la cartilaginosa, y otra dura que les da solidez, la mineral: la proporción entre ambos componentes varía según la edad y hueso de que se trate. Son mucho más flexibles y fuertes en la infancia y juventud por predominio de las sustancias cartilaginosas, por eso son más flexibles y resistentes a las fracturas y conforme pasa el tiempo se vuelven más rígidos, frágiles y débiles. El ejercicio aumenta la densidad ósea por medio del almacenamiento del calcio, lo que se traduce en mayor grosor y en mayores reservas de este mineral. Los huesos del perro que hace ejercicio son más densos y fuertes que los del perro sedentario.

Así mismo los ligamentos y los tendones se “engrosan”, robustecen y aumentan su tono por medio del ejercicio. Esto es muy de tener en cuenta en perros con displasia.

Los cartílagos articulares se benefician también con el ejercicio aumentando el almohadillado en las superficies de contacto y, por lo tanto, su eficiencia.


La práctica especializada modifica la amplitud de los movimientos articulares del perro.

Por su constitución física cuadrúpeda los únicos gestos deportivos que puede hacer el perro son los relacionados con el paso, el trote, el galope y los saltos.

La amplitud del trote depende como elementos invariables de la longitud de los miembros y de las angulaciones. El perro pasa automáticamente del trote al galope en cuanto se le apura un poco. No obstante con un buen entrenamiento se consigue que aumente el umbral entre dichos cambios, alargando poco a poco la velocidad y amplitud del trote. No se producen modificaciones en los límites óseos, articulares ligamentosos y musculares con este entrenamiento. La amplitud del movimiento se debe casi exclusivamente a las mejoras en la coordinación motora.

En el galope la amplitud del movimiento se consigue mediante la flexibilización de los hombros y de la zona vertebral.
Así pues, tanto la amplificación del trote como del galope se deben a las mejoras técnicas propiciadas por un buen entrenamiento del conductor del perro y no al cambio de las condiciones morfológicas.


DIVERSIDAD ESTRUCTURAL

El perro, al contrario que el lobo y los demás cánidos salvajes, es un especialista. El esqueleto, distinto según la raza, es la base visible para estudiar el rendimiento teórico del animal y constituye su principal variable.

La versatilidad de estructuras de las razas caninas es única entre las diferentes especies animales, sobre todo en relación al detalle de la diversidad de las angulaciones. No existe ningún animal, doméstico o no, que presente estas variaciones en los ángulos articulares con respecto a los de su propia especie. Las diferentes subespecies de lobos presentan diferencias de tamaño, de peso, de pelajes: pero sus angulaciones son idénticas entre ellos. Lo mismo pasa con los demás cánidos.

Así pues, aunque existen distintos factores que afectan los rendimientos de todas las razas caninas, tales como un buen sistema cardiorrespiratorio, una relación favorable peso-potencia, predominio de determinadas fibras musculares sobre otras de diferente tipo etc., la principal variable a considerar es la diferencia en las estructuras óseas y de las aberturas articulares correspondientes a cada raza.

Para comprender la importancia del esqueleto tenemos que darnos cuenta que el perro (excepto la cabeza) está diseñado esencial y totalmente para el movimiento usando para ello (a diferencia de nosotros) sus cuatro miembros. Lo expresado en este tópico es válido para cualquier tipo de desplazamiento en los cuales las fuerzas se propagan a lo largo de todas las articulaciones que integran la cadena cinemática total a través de las cadenas cinemáticas parciales.
Se denomina cadena cinemática a la secuencia estructural formada por elementos rígidos o semi-rígidos unidos entre sí por articulaciones intermedias y movidos por músculos.



Un ejemplo

Considerando las patas delanteras (cadena cinemática simple) sería:

Para los segmentos o elemento óseos:
·         Escápula.
·         Húmero.
·         Segmento radio-cubital.
·         Mano

Para las articulaciones:
·         Articulación escápulo-humeral.
·         Articulación del codo.
·         Articulación de la muñeca.

A esto habría que añadir los músculos comprometidos correspondientes a cada segmento óseo.
Pero como el movimiento, los saltos, etc., se realizan con la interacción de los cuatro miembros más la colaboración indispensable de toda la columna vertebral para la transmisión de la fuerza de atrás-adelante y de la amortiguación delante-atrás, nos daremos cuenta de porque hay que contemplar al perro como un “todo” integrado por varias cadenas cinemáticas simples, óseas, articulares y musculares interrelacionadas entre sí formando un encadenamiento complejo.

En el perro, y despreciando la cola, se pueden contar cuatro cadenas cinemáticas simples, de las cuales tres (dos de ellas dobles) son indispensables para cualquier tipo de marcha, salto o natación formando entre todas una cadena cinemática compleja.

Son:
·         La pata delantera (derecha e izquierda). Desde la mano hasta la escápula.
·         La pata trasera (también derecha e izquierda).
·         La columna vertebral (las trece vértebras torácicas más las siete lumbares).
·         La otra la constituye el cuello que actúa cuando el perro hace presa con su boca o como soporte de la cabeza en las oscilaciones de la marcha y el salto.


Es fundamental para comprender cualquier acción biomecánica que:

Todo movimiento se produce en función de rotaciones articulares.

Si nos fijamos en una radiografía de un AST tomada en posición lateral, veríamos que muestra el hombro y la parte superior de los brazos colocados más atrás de lo que parecería normal en otras razas. En el Am Staff, el Staffordshire Bull Terrier, Bull Terrier y American Pit Bull Terrier (aunque en este último se pueden dar variaciones de estructura), lo mismo que en los perros de trineo, el eje de la escápula se implanta a la altura de la vértebra torácica tres (VT3), con lo que se refleja lo que dice el estándar: 
“Omóplatos anchos e inclinados”. Lo normal es que en la generalidad de las razas caninas se inserte en la VT2 y en algunas de tamaño pequeño y cuerpo largo, como el Cairn Terrier, el Shih Tzu, los Teckel, etc., que lo haga en la VT1. Esto hace, por lo que dijimos antes, que el perfil del American visto de lado presente un tórax proyectado por delante de los hombros, ya que el pico del esternón sobresale, con lo que se consigue mejorar la fijación de los músculos responsables de “tirar hacia delante” y se incrementa el equilibrio del tórax en posición avanzada sobre la vertical de los hombros. Esto se consigue, pues, sin variar la angulación escápulo-humeral que permanece inalterablemente en un ángulo medio. No obstante, cuando el mango del esternón es demasiado prominente da lugar a lo que se denomina “pecho de pichón”, lo cual constituye un defecto en todas las razas.

Estudios morfométricos

Los primeros estudios morfométricos serios sobre el perro datan de alrededor de 1989, Gilchrist fue el pionero. Más recientemente Furher utilizó datos cinematográficos para el estudio de la morfodinámica. 
Otro estudioso fue Rooks. Los bancos de datos de ellos demostraron la importancia del esqueleto para mejorar la dinámica del perro durante el movimiento. Todos coinciden en que el primer elemento que se debe tomar en cuenta para valorar cualquier funcionalidad es el equilibrio global del perro.

El estándar no dice nada de la relación entre escápula, fémur y húmero, por lo que tenemos que recurrir a observar al perro en su conjunto y compararlo con otros que obtengan los mismos resultados de su estructura y sacar de ahí las conclusiones que podamos, teniendo siempre en cuenta que el primer dato que se debe tomar de un perro es su equilibrio global, como ya hemos dicho anteriormente. Casi todas las investigaciones realizadas sobre la biomecánica del perro se basan en estudios sobre galgos, perros de caza y perros de trineo, esto último nos viene muy bien, pues el AST, si consideramos sus ejes longitudinales y su altura, tiene la misma constitución de un corpulento perro de trineo de talla pequeña. Pero sí comparamos esos ejes longitudinales con los transversos tendremos que modificar nuestra opinión y considerarlo a nivel morfológico como un perro de tiro de potencia. Este es un problema agravado en el transcurso del tiempo por la falta de precisión del estándar en cuanto a la relación peso-altura, y que ha producido unos perros actuales más pesados que los padres de la raza debido al aumento progresivo de la masa muscular y ósea. Con seguridad, y si contempláramos a los perros de 1936, los ejes transversos serían menos exagerados y nuestra visión del perro, de cinco kilos menos de promedio que los actuales, sería distinta: menos espectacular, pero mucho más funcional.
El peso ideal de un American actual se puede calcular restando veinte a los centímetros de altura del perro, el resultado dará el peso aproximado en kilos. Con dos kilos arriba o abajo según sea más o menos corpulento el perro. 
Las medidas longitudinales de un perro, como ya hemos dicho antes, van siempre relacionadas entre sí y con las angulaciones. El estándar da algunos datos y de ahí debemos deducir los demás. Me explico: el cuello del AST es de longitud media, la espalda media-corta, de ello se puede deducir que las angulaciones son de tamaño medio. Sobre la longitud de la espalda hay que hacer unas especificaciones. El estándar dice: “Bastante corta”, de donde se puede deducir que ni larga ni corta, de tamaño medio tirando a corto. Esta es la espalda ideal para rendir al máximo con pocas posibilidades de lesiones. Nunca tan corta como la de un Bóxer o un Dobermann, ni siquiera, aunque por su constitución musculosa le correspondería más la definición, la de un perro “cobby”. Si la espalda fuera demasiado corta y las angulaciones excesivamente amplias, el perro se vería limitado en los cambios bruscos de dirección y tendería a un trote diagonal. Si por el contrario la espalda fuera demasiado larga tendría que tener en compensación unas angulaciones proporcionadas y una espalda curvada.
Muchas personas cometen el error de pensar que el American debe ser un perro corto. Esto no es así. Un perro corto es aquel que se puede inscribir en un cuadrado. Es decir: la altura del suelo a la cruz tiende a ser la misma que de la cruz al final de la grupa, al nacimiento del rabo. Esto es así en las razas que hemos mencionado antes: Bóxer, Dobermann, Schnauzer.
El Am Staff tiene que inscribirse en un rectángulo, un rectángulo corto… pero un rectángulo al fin y al cabo. Ya vimos antes cuales son los efectos que producen en el movimiento tanto la espalda corta como la larga, por eso no incidiremos más sobre el tema, pero si resaltaremos que estéticamente un American corto se verá siempre largo sobre sus patas, incumpliendo lo que dice el estándar clara y textualmente: “Debe ser rechoncho (achaparrado), no de patas largas ni ligero de perfil.”

La longitud del perro se toma midiendo desde el mango del esternón hasta el extremo posterior del isquión, aunque hay otra manera de medir menos exacta y que casi ni se usa que toma como referencias el espacio comprendido entre la cruz y el nacimiento del rabo.
Ejemplo: un perro de 50 centímetros tendría que pesar 30 kilos si su constitución fuera media. Con esa misma altura un perro de mucho hueso y corpulento podría pesar hasta dos o tres kilos sobre treinta y uno ligero más o menos 28-29 Kg. Las hembras son siempre un poco más ligeras en proporción a los machos.

La altura, trazando una vertical perpendicular al suelo desde la cruz hasta el piso. Esa altura es la del animal. La cruz es un punto virtual que se encuentra aproximadamente entre la última vértebra cervical y la primera torácica y que coincidiría con el eje de la escápula. En el Am Staff aproximadamente a la altura de la VT3.

Otro punto a considerar es que un perro cuadrado tendría que tener para verse corpulento el pecho descendido por debajo del codo, cosa que no pasa con nuestro perro, el American consigue la profundidad del pecho llevando el desarrollo de las costillas muy atrás, tal como dice otra vez el estándar: “Costillas bien marcadas, profundas en la parte posterior.” Y también: “Pecho profundo y ancho”.

Un Am Staff típico no se verá nunca de cintura pequeña, como pasa con un Bóxer típico, porque la cintura es muy corta a consecuencia de quedar las costillas muy atrás y cerca del muslo.
Otra cosa muy a tener en cuenta es que, aunque el estándar dice: “Cuartos traseros muy musculosos”, esta frase se debe exclusivamente a que los creadores del estándar querían tener un perro proporcionado. La realidad es que el modelo que se tomo para diseñar dicho estándar fue un perro de pelea muy idealizado y los perros de pelea tienen que tener un predominio absoluto de la parte delantera del cuerpo, pecho, hombros, cuello y cabeza, es decir: las parte necesarias para pelear con eficiencia, sobre la parte posterior. Toda la estructura ósea de cabeza, hombros… tiene unas tuberosidades óseas muy pronunciadas para poder acoger los músculos, casi sobrecargados del tronco y cabeza.
La abertura del ángulo sacro-femoral condiciona la eficacia del impulso, si éste es agudo permite una impulsión y sobre todo una fuerza considerables, una angulación demasiado abierta resulta ineficaz, porque el ángulo ya no puede abrirse más de lo que está, lo que se traduce en una debilidad de las extremidades. Por otro lado la curvatura que se forma en la línea dorsal a consecuencia de unas angulaciones exageradas y en consecuencia una espalda proporcionalmente larga y de unas grupas de caída demasiado pronunciadas, está produciendo en la actualidad perros con Cauda Equina y Espondilosis en razas largas.

Otra cosa que hay que saber cuando se lee el estándar es que éste pertenece a los que llaman “espalda” a la línea dorsal completa y así lo tenemos que considerar a todos los efectos. Pero si se hubiera empleado un lenguaje correcto se hubiera tenido que decir: línea dorsal o línea superior (top line), en lugar de: “espalda”. En realidad espalda es el espacio comprendido en la columna vertebral por las vértebras torácicas.
Pasando a las proporciones en el perro ideal por su físico equilibrado, y siempre según Gilchrist, la escápula, la pelvis, el húmero y el fémur deben ser aproximadamente de la misma longitud, características que se cumplen perfectamente en el American.

·         El largo del total de la columna vertebral de un Am Staff debe ser aproximadamente un 10 % mayor que su altura a la cruz. Para un AST de 48 centímetros correspondería una espalda (de la cruz a la inserción del rabo) de 53 centímetros aproximadamente.

·         El ángulo formado por el eje de la escápula a la vertical debe oscilar alrededor de 32º, y el ángulo pélvico debe ser lo más cercano posible a 30º.

·         La altura a la cruz debe ser aproximadamente un 20 % más del húmero o del fémur.


·         Una gran amplitud de los movimientos articulares genera menos trabajo y, en consecuencia, menos fatiga muscular, también está demostrado que una mayor longitud de patas, siempre dentro del estándar, mejora el movimiento y que una excesiva rigidez articular provoca dolores articulares y afecciones musculares y tendinosas.

·         Otro factor a considerar es que no es casualidad que se pidan pies pequeños, pues el menor tamaño de estos significa en recorridos largos menos riesgos de inflamaciones, rozamientos, snow-balls, etc.

·         Por último, cabe destacar que los mejores desarrollos musculares están relacionados con las angulaciones de abertura media.


El centro de gravedad en el Am Staff

 

El centro de gravedad en el perro, considerado anatómicamente y en posición de parado, se sitúa aproximadamente entre las dos patas delanteras, un poco posteriormente a estas, aproximadamente un poco más arriba y atrás de los codos, en el punto de intersección del plano sagital, del frontal y del horizontal.
El centro de gravedad se considera el foco de simetría y de concentración de la masa del cuerpo. Cuanto más bajo esté colocado, más estabilidad y equilibrio proporciona.

Cuando el perro está en movimiento el centro de gravedad sufre desplazamientos verticales, tanto menores cuanto más correcto y libre es el movimiento. Excepto en el amblaje, en ningún tipo de marcha se producen serpenteos laterales del centro de gravedad.

Cuanto más largo sea el cuerpo del perro y menos pesado el frontal del mismo más retrasado se acomoda dicho centro.

El American es un perro muy cargado ósea y muscularmente en su tórax, cuello y cabeza. Con unas patas relativamente cortas. Es por esos motivos que el centro de gravedad se ubica bajo, para facilitar su estabilidad y equilibrio, equivalente en los humanos a un luchador de grecorromana o de sumo. No podemos olvidarnos que, aunque lleve más de tres cuartos de siglo sin pelear, desde que se constituyó como raza, su diseño corporal refleja la constitución física de un típico perro de pelea.

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